
Stephen King, como sabemos, es un escritor prolífico, capaz de escribir cualquier historia que se proponga, y aún siendo así, en su último libro, titulado Cuento de Hadas (2022, Penguin Random House), reflexiona sobre la relación entre el cuento de hadas y el género literario dentro del cual su obra se inscribe: el terror. Entre la magia de las hadas y lo que él llama “lo sobrenatural”. La novela se propone demostrar, a través de sí misma, que el cuento de hadas tradicional y el cuento de terror comparten, entre otras cosas, el expresar los temores y miedos de los individuos y de la sociedad.
Charlie Reade, su héroe juvenil, pasa sutilmente de un mundo supuestamente “normal”, a un mundo mágico, que no tarda en convertirse en una pesadilla. Esta transición se produce en el plano metaliterario a partir de la distorsión con la imaginación que los lectores, y Stephen King en particular, hacen de mundos mágicos clásicos, que King referencia con autores destacados del género (que son también sus influencias) como Ray Bradbury, Lynan Frank Baum, Charles Dickens, H.P.Lovecraft, entre tantos otros.
En ese sentido, el viaje de Empis es un viaje metaliterario (que incluye al cine y al cómic, a las imágenes de los diversos géneros de la imaginación popular) en el que ingresan los jóvenes lectores como Charlie Reader, pero en el que las criaturas de los cuentos clásicos aparecen enrarecidas por los elementos de extrañamiento de lo familiar (lo siniestro), recurso característico del terror. Como la enorme y majestuosa sirena del cuento de Bradbury que ha sido destruida por una Harpía. Un mundo en el que pareciera que los White Walkers vencieron a la Guardia de la Noche de G.R.R. Martin o en el que los personajes del Mago de Oz, al ser tan ajenos al mundo, los caracteriza una rareza extraterrestre.
El traspaso del mundo mágico al terror opera sutilmente también a través de la escritura. King sostiene a lo largo del libro una escritura descriptiva, con una cadencia contenida, que trasmite una sensación de normalidad, por la que parece que a Charlie no le ocurre nada. Por el contrario, le pasaron y le siguen pasando muchísimos eventos traumáticos. Ha superado la muerte de su madre, tuvo que acompañar y ayudar a su padre por el paso por una depresión y el alholismo, además, su nuevo amigo, el señor Bowditch, por quien además ingresará a ese mundo de oscuridad, tuvo un accidente, enferma y luego muere. Charlie mismo está atravesando su adolescencia en una situación de relativa orfandad.
A medida que Charlie se va adentrando en Empis (que puede pensarse como una metáfora de su infancia demasiado tempranamente corrompida) la escritura comienza a revelar sobre ese fondo la diversidad, lo ominoso, la desviación, el extrañamiento. La entrada de Charlie a un mundo donde ocurren cosas mágicas, pero donde también el mal parece destruir lo bello y noble, corresponde al derrumbe de su propio mundo infantil por el que, como en los cuentos de hadas tradicionales, el niño debe convertirse en un adulto y socializarse, incluso en su caso, haciéndose cargo de los adultos.
En mi opinión, el tema de la orfandad y el cuento de hadas, recorre toda la reflexión de la novela sobre los géneros literarios. No creo que Cuento de Hadas se trate sencillamente de demostrar que King puede escribir su cuento de hadas retorcido. En cambio, pareciera querer mostrar los puentes que existen entre el cuento de hadas y el terror, exponiendo hasta qué punto es y seguirá siendo un escritor de lo fantástico.La vida moldea la imaginación tanto de los lectores como del escritor, y los lectores que está imaginando King para esta historia, son personas, que por los eventos que le han ocurrido en la vida y sobre todo durante su infancia, se sienten atraídos por estos mundos de hadas oscuros en los que todavía pueden ser sus héroes.